domingo, 26 de febrero de 2017

El Rechazo

Una de las cosas que suelen suceder en nuestras relaciones con los demás es cuando alguien nos rechaza. Cuando somos víctimas del rechazo y sufrimos la ignorancia de otra persona.
Existen muchos tipos de rechazo. El típico es el rechazo que surge después de haber mantenido una relación con alguien (ya sea de tipo amoroso o sólo amistoso) donde después de un tiempo en el que nuestras vidas se han compartido en mayor o menor medida, sucede algo (a veces conocido, a veces no) que hace que esa relación se rompa. Normalmente es uno de los miembros de esa relación el que toma la decisión (sujeto activo) y el otro el que se tiene que comer la decisión del otro (sujeto pasivo). 
El sufrimiento por esta ruptura por rechazo al otro puede ser mayor o menor y cada uno lo gestionará en función de sus recursos emocionales de una manera u otra.



Pero el rechazo del que quiero hablar hoy es el rechazo que a veces sentimos de otra persona hacia nosotros SIN que haya existido una relación previa de por medio. Tal vez solo te has visto un par de veces por coincidencia en algún lugar común y nada más, pero el rechazo es evidente de esa otra persona hacia nosotros. Además esto deja de ser una "sensación" para convertirse en un hecho constatado cuando la persona que rechaza HACE y ACTÚA para que ese rechazo sea palpable y evidente.

Normalmente esta actitud genera en el rechazado, primero una incomodidad generalizada en las situaciones en las que ambas personas coinciden y segundo, dolor personal en la persona rechazada a pesar de que no haya relación preexistente entre ambas.

La sensación de incomodidad se genera porque existe un elemento tóxico en la escena. Somos lo suficientemente sensibles como para percibir cuándo hay un elemento de este tipo en nuestro entorno. Todos somos conscientes de haber vivido algo así en algún momento de nuestra vida. De este elemento tóxico es difícil zafarse porque suelen ser personas con tanta sombra que ésta lo invade todo impidiendo poder escapar de su influjo. Lo sentimos, incluso a veces nos atrapa de forma que esa sobra "toca" la nuestra y empiezan a surgir en nosotros emociones negativas hacia esta persona como respuesta a su actitud. Nos atrapa su negatividad que hace que saquemos la nuestra. Y como todos tenemos una parte menos bonita, esto no tarda en suceder. La gente tóxica es súpereficiente en su cometido de toxificarlo todo!

Por otro lado, está el dolor. El dolor que surge por el rechazo sentido. No entendemos los motivos y esto nos hace sentir más dolor aún porque como tendemos a la autoculpabilidad, nos torturamos pensando que somos nosotros los que hemos hecho algo o somos de una manera que merecemos el rechazo, que no merecemos las atenciones de el sujeto "rechazante" (porque por otro lado, normalmente estos sujetos son muy selectivos y cuando los observas parecen tener muy buenas relaciones con otras personas del lugar).

Total, que sin comerlo ni beberlo, nos encontramos con todo un conflicto personal que no sabemos ni de dónde ha salido.

Normalmente, el dolor que sentimos viene dado porque el rechazo de esta persona actualiza el dolor que tiempo atrás (probablemente en la infancia) hemos sentido cuando nuestras figuras de apego y apoyo nos han rechazado en algún momento. Los padres (o nuestros cuidadores, abuelos, etc)  solían negarnos su afecto o cariño cuando, según ellos, nos portábamos mal. Esto generaba un conflicto doloroso en nosotros porque las personas a las que más quieres y de las que más cariño necesitas, niegan su amor por tí por hacer o decir algo que ellos consideraban inconveniente. Era su forma de "castigarnos" por no ser "buenos".
De esta forma al final, poco a poco, dejábamos de ser nosotros mismos para convertirnos en las personas que ellos querían que fuésemos.
Y ésta es sólo una manera en que el dolor por el rechazo ha podido instaurarse en nosotros a lo largo de nuestra vida pero, evidentemente, existen muchas otras.
Sobre lo que quiero incidir es que esta desconexión de nosotros mismos, si posteriormente no ha sido resuelta, es fácil que se actualice al encontrarnos en una situación de rechazo por el sujeto "tóxico". Además añadidos, aparecen los sentimientos de culpabilidad por creer que seguramente habremos "hecho algo" para merecer recibir tal rechazo y ya tenemos el conflicto montado.

Tenemos que hacernos conscientes de una cosa y es que la persona que nos rechaza o ignora lo que pretende es anularnos. Convertirnos en algo invisible porque (puede que sin saberlo) supongamos una amenaza para esa persona o porque hay algo en nosotros que representa algo contra lo que no es capaz de enfrentarse y su única forma de gestionarlo es ejerciendo este rechazo ignorándonos. Sabe que así la mayoría de las personas se sienten mal y ese es el principal objetivo: hacer sentir mal al otro para poder sentirse mejor.

Por nuestra parte, nosotros sólo podemos hacer unas pocas cosas para contrarrestar este tipo de comportamientos. Primeramente, saber y llegar a aceptar que no podemos gustarle a todo el mundo. Y después, ser capaces de encontrar qué sentimientos mueve esta persona en nosotros y trabajar sobre ellos (y si es necesario buscar ayuda profesional) hasta el punto en que nuestra autoestima no se vea comprometida ante personas como esta. Si para ello encontramos conveniente tener una conversación o dialogar en el sujeto tóxico, podemos hacerlo. Y si no, debemos concentrarnos en nosotros, en nuestros objetivos, en qué estamos haciendo en el lugar en el que coincidimos y fijarnos nuestras metas sin tener en cuenta la presencia de esta persona

Es difícil pero no imposible y yo os animo a que al menos lo intentéis si os encontráis en una situación de este tipo. En mucha medida somos hacedores de nuestro destino. No debemos quedarnos quietos a merced de las circunstancias. Actuemos y hagamos por ser felices a pesar de lo que los demás pretendan hacer a nuestro alrededor.