miércoles, 20 de noviembre de 2019

Aprender el idioma de tu cuerpo I

Aprender a escuchar al cuerpo es como aprender un idioma nuevo.
Lamentablemente nunca nadie nos ha enseñado a atender y entender lo que el cuerpo nos dice en su idioma, que es en forma de dolor, malestar, tensión, etc... El sistema de salud en el que vivimos además se encarga de acallar las alarmas de nuestro cuerpo lo más rápidamente posible con medicamentos, infiltraciones, intervenciones quirúrgicas o cualquier otro medio que silencie lo antes posible lo que nuestro cuerpo nos grita.

Curiosamente me llama la atención que muy pocas personas (a lo largo de 20 años de ejercicio profesional) se interesan por ir más allá y plantearse tratar a su cuerpo de una forma diferente. Tal vez falta de sentido crítico, tal vez por miedo a cuestionar a los médicos o tal vez porque ni se les ocurrió que otras maneras son posibles. En cualquier caso es muy alta la proporción de personas inmersas en un sistema que en muchas ocasiones no debería considerarse "de salud" sino "de enfermedad".

Muchas de las personas que sí decidieron tomar otro camino generalmente fue porque se vieron forzados debido a un hartazgo con el propio sistema sanitario, que no daba con el problema que les hacía tener determinados síntomas. Lo malo de eso es que cuando esas personas llegan a la opción de escuchar a su cuerpo, su problema se ha cronificado tanto que en muchas ocasiones es irreversible, o sufren las secuelas de los efectos secundarios provocados por toda la medicación que llevan ya encima y entonces la solución se complica de forma grandiosa.

Como decía, aprender a escuchar a tu cuerpo es como aprender un idioma. Al principio parece muy difícil y poco a poco vas aprendiendo palabras que te llevan a frases completas con las que te puedes empezar a comunicar y a entender con otra persona. Con el cuerpo pasa lo mismo. Él te habla en un idioma que no concibes, normalmente a través de el DOLOR. Y como nos han dicho que cuando algo duele hay que quitarlo, nos empeñamos en no escucharlo. Como si alguien que habla otro idioma estuviera intentando decirnos algo y nosotros en lugar de escucharlo para encontrar la manera de entenderlo, nos tapásemos los oídos y nos diésemos la vuelta para no escuchar nada de lo que dice y que además, no entendemos.

El primer paso para aprender el idioma de nuestro cuerpo cuál sería entonces? Pues la respuesta es ESCUCHAR. Y para eso, tenemos que saber que debemos darnos un tiempo para SENTIR el dolor, la tensión o el malestar X que haya aparecido.

Seguro que muchos ya están pensando "pues qué bien, menuda solución. Resulta que ahora cuando me pasa X tengo que aguantarme y dejar que me duela. Sí hombre, ni de broma".

Lamentablemente es así. A veces, cuando el dolor no te permite ser funcional para la vida está bien tomar algo que alivie ese dolor, pero no para olvidarnos de él. Aún si tomásemos algún analgésico para mitigar el dolor, es importante NO OLVIDARNOS  de él. Y recalco esto porque es muy importante.

En la medida de lo posible es importante lo de no silenciar nuestro dolor o nuestros síntomas porque necesitamos conocer qué tipo de patrón siguen. Duele de día? De noche? Cuando cambia el tiempo? Con el frío? Con el calor? Cuando me muevo? En reposo? No hay un patrón lógico? Cualquiera que sea el patrón conviene conocerlo.

Quiero aclarar que me estoy refiriendo siempre a cómo actuar cuando aparece una sintomatología de origen indeterminado, cuando no existe nada que justifique un dolor o un problema o cuando la persona sabe que es de origen emocional.

Pronto seguiré explicando cómo seguir aprendiendo el idioma de tu cuerpo.