domingo, 26 de noviembre de 2017

¿Qué se esconde tras el tabaco?

La semana pasada llegó C. a la clínica. Entró saludando con esta frase:
"Buenas tardes. Necesito saber si alguien aquí me puede ayudar a dejar de fumar porque si no lo hago, no llegaré a la primavera".

C. tiene 70 años y lleva fumando desde que tenía 20 a razón de una cajetilla diaria. Tiene un EPOC que efectivamente, está poniendo su vida en compromiso pero, C. ha intentado todas las técnicas que ha conocido hasta el momento para dejar de fumar y no lo ha conseguido. Acupuntura, control mental, hipnosis, etc... Y el resultado siempre ha sido el mismo. Ha conseguido dejarlo un máximo de 7-10 días pero, a pesar de sentirse fenomenal durante ese corto periodo, ha vuelto al tabaco sin remedio.

Le planteé la posibilidad de probar una sesión de Escucha Corporal. Evidentemente no sabía lo que era y aunque me miró con cierta extrañeza cuando se lo expliqué, me dijo que ya que había intentado todo y ese tipo de terapia no la conocía, la probaría. Total, ya no tenía nada que perder.



Tengo que decir que C. es una persona muy mental. Con mucha tendencia a buscar una explicación a todo y a justificar cada uno de sus movimientos. La Escucha Corporal no se ve afectada por este tipo de personalidades pero sí es cierto que a ellas, les cuesta a veces entender racionalmente los procesos energéticos y sutiles que involucran a la Escucha.

Cuando comencé la sesión con C. enseguida su cuerpo me manifestó que algo ocurría con las emociones relacionadas con su padre. Había una gran carga que su cuerpo portaba y que era el probable origen de su adicción. Mucha ira, dolor, tristeza y sufrimiento me eran revelados. Y también muy nítidamente sentí algo que C. había guardado para sí y no había sido capaz de manifestarle a su padre.

Procuro empezar las sesiones sin demasiada información por parte del paciente para no verme sugestionada, aunque hay ocasiones en las que la persona quiere preguntar por un tema concreto y lo hago, pero el cuerpo contesta lo que considera importante y prioritario que se sepa. Así que nunca uno sabe qué va a pasar al preguntar y qué información se va a revelar.

De modo que empecé escuchando al cuerpo de C. y cuando todo aquello se me reveló le pregunté: "C.¿Qué ocurre con su padre?". Él abrió los ojos con esa cara de perplejidad que suele darse en muchas ocasiones y me dijo: "¿Con mi padre? ...... Que mi padre fue un maltratador, un alcohólico y una mala persona que nos hizo la vida imposible a mi hermano y a mí."

Emociones como el odio, la rabia, la ira eran manifestadas por C. cuando le conté las sensaciones que me llegaban a través de su cuerpo. Pero en este caso, me llegaba una dualidad concreta y era que el sufrimiento que el cuerpo de C. manifestaba era algo que portaba dentro de él, pero de su niño interior. El adulto no estaba tan dañado, era una memoria antigua. Era una herida en la inocencia.

Efectivamente, C. me contó que a lo largo de los años había hecho todo lo posible por superar el dolor del maltrato de su padre y que gracias a eso ha sido un gran padre de sus dos hijos, pero me reconoció que nunca había trabajado al niño (su niño interior) que sufrió todo aquello.
Le expliqué que lo más probable era que nunca había podido superar su adicción porque era la forma en que su cuerpo quería decirle que esa herida aún estaba abierta y que era algo que debía tratar de sanar si realmente quería dejar de fumar y seguir viviendo.

Sucedieron muchas más cosas e intercambiamos mucha más información pero eso, con vuestro permiso, lo reservo porque no es importante para lo que quiero transmitir, que es el hecho de que en la mayoría de las ocasiones, el tabaco o cualquier adicción están "tapando" algo de nosotros que no queremos que salga porque no queremos, podemos o sabemos enfrentarnos a ello. Ponemos una "cortina de humo" ante las emociones que algún acontecimiento nos hizo sentir y de esta forma las mantenemos "sedadas" para tener la sensación de que podemos seguir con la vida. Aunque en realidad, lo que sucede es todo lo contrario, que se está viviendo a medias.

Desde aquí animo a toda aquella persona que sufra de algún tipo de adicción, que investigue más allá de lo obvio y que intente averiguar qué está intentando "tapar" con ello.

Sólo el que busca, encuentra. Y solo el que encuentra, toma consciencia y se libera.
Y os puedo asegurar que esa Libertad merece la pena.

sábado, 18 de noviembre de 2017

MEMORIA SOMATOEMOCIONAL Y ESCUCHA CORPORAL

Por todos es sabido que las emociones afectan a nuestro cuerpo físico. Existen millones de artículos que nos hablan de la somatización de los estados emocionales negativos prolongados en el tiempo.

El estrés es un claro ejemplo. Cuando los niveles de estrés suben, el cuerpo sufre cambios bioquímicos que nos provocan taquicardias, dolores de cabeza, disminución de las defensas,  problemas de estómago, úlceras, alteraciones intestinales, de la piel, etc...

Así que de esta forma nos damos cuenta cómo el exterior influye en nuestro interior físico y de cómo podemos enfermar por culpa de no hacer caso de las emociones que mantenemos a lo largo del tiempo sin atender a ellas. Esto es por lo que a veces portamos en el cuerpo memorias de emociones no resueltas y que condicionan nuestra salud irremediablemente.

Antes de explicar lo que es la Escucha Corporal hay que explicar lo que es el concepto de Memoria Somatoemocional.
La Memoria Somatoemocional es la memoria que se guarda EN el cuerpo de una emoción que ha sido retenida, suprimida o aislada de forma no consciente.
Para poder acceder a este tipo de memorias corporales existen muchas técnicas físicas que pueden ser aplicadas por profesionales de la salud como son los fisioterapeutas. Algunas de ellas son la Inducción Miofascial, La Osteopatía o la Terapia Cráneo-Sacra, entre otras.
Dentro de este conjunto de terapias, existe una que es menos activa por parte del terapeuta y que no depende tanto de una formación académica sino del desarrollo de otra capacidad más sutil y empática, como es la Escucha Corporal.



¿Qué es la escucha corporal?
En las sesiones de Escucha Corporal, el terapeuta entra en contacto con el cuerpo del paciente con la finalidad de conectar con su campo energético y corpóreo para sentir qué zonas de su cuerpo se manifiestan y quieren comunicar algo.
En mi caso, lo que sucede es que comienzo a sentir en mi cuerpo una zona concreta. En ocasiones un dolor, una presión, algo que llama la atención hacia esa zona. Entonces lo que hago es poner las manos en la zona que estoy sintiendo pero en el cuerpo del paciente, y lo que suele suceder es que me comienza a llegar información en forma de imágenes, palabras, sensaciones, etc.
En ese momento comienzo a contar lo que voy percibiendo para cotejar con el paciente si esa información es verídica o no.
Las personas pueden en ocasiones así, averiguar el origen emocional que se esconde tras síntomas físicos que traen a la consulta o, en ocasiones, aunque no tengan sintomatología alguna, también pueden averiguar qué emociones son importantes para el cuerpo sobre las que hay que trabajar o darles prioridad.
Cualquier persona puede someterse a una sesión de escucha. No es preciso estar en ninguna condición particular. Si el cuerpo quiere decir algo, lo hará.

A continuación podéis leer algunos testimonios de personas que han pasado por una sesión de escucha corporal y cuál ha sido su impresión o cuáles sus cambios tras este tipo de terapia:

C:“Fue una experiencia muy interesante. Es agradable conocer a gente interesante, con recorrido y profesional como tú (…) En todo momento, me sentí muy cómoda. Quiero decir que tu recibimiento y acogimiento primero fue cercano y natural. 
En cuanto a la consulta-terapia, a nivel físico salí mas liberada, aunque esta vez y en mi caso, fue más un alivio o pistas a seguir y a trabajar a nivel emocional. 
Lo que me dijiste, lo considero valioso y acertado en el momento que estoy viviendo, así que miles de gracias por ello.
En este momento, me encuentro muy bien físicamente.”

E:“Un día, el fisio al que suelo acudir me recomendó acudir a tu consulta, porque creía que mis dolores podían ir más allá de lo que él podía tratar. Por probar llame y solicité una consulta. La noche anterior no pase muy buena noche, soy una persona muy nerviosa y no sabía que me podría encontrar. Recuerdo que cuando llegue, te encontré sentada y yo seguía bastante nerviosa, un poco como “no saber dónde estar o que va a pasar” pero, me trasmitiste de alguna manera bastante tranquilidad. Estuvo bastante bien sentir un poco de tranquilidad antes de la sesión, la voz era muy tranquila; no que si me explico bien pero no era forzada y eso es algo importante. Durante la sesión, recuerdo que los nervios se fueron apaciguando pero otras sensaciones iban saliendo. Hubo cosas que no sabía cómo enfocarlas y que posteriormente intente o intento descifrarlas. Yo sabía cómo iría más o menos la sesión porque la persona que me recomendó me lo indico, pero quizás eche un poco en falta el indicar que sería algo “diferente” (yo lo sabía pero quizás otras personas no, a lo mejor conmigo no fue así porque ya venía de otra persona y estas cosas si las sueles explicar). Durante la sesión sentí un conjunto de sensaciones, no sabría explicarte porque algunas eran nuevas para mí, pero al final necesitaba llorar, y mucho. Me acuerdo que cuando me tocaste los tobillos sentí… como si algo tirase hacia ti, como si un cable me tirase hacia ti. Cuando terminaste necesitaba unos minutos es normal, demasiada información. Vi tu cara y cuando me dijiste “siento dejaros así con toda esta información” no te como... cercanía, no algo fingido si no cercanía real de que te estaba importando lo que estabas haciendo conmigo. Me pareciste por ello una gran profesional porque es difícil ponerse en tu piel. Necesitaba abrazarte, no sé si por seguridad o una manera de darte las gracias.  Cuando salí me harté a llorar la verdad pero a diferencia de otras veces no se me creo un dolor de cabeza increíble (como solía pasar anteriormente), estaba además desorientada y como no saber qué hacer después de unos días ese barullo se fue soltando. Y realmente si he notado cambios, mis dolores son menores, me vienen a veces pero si tienen un “porqué” digámoslo así, porque normalmente son dolores de regla. Una cosa que se me pasa, cuando estuviste tocándome la zona de la tripa sentí…mucho dolor pero no un dolor físico, es como si me estuvieses arrancando  algo (sé que suena mal pero la sensación fue esa) pero posteriormente sentí como un hueco, no había dolor era como cuando termina una tormenta y queda mojado, que no te molesta porque se está fresco después de una gran tormenta y huele diferente. No sé cómo, pero realmente me ayudaste mucho con mi situación y con mis dolores, aun me queda mucho recorrido pero creo que empecé a cambiar las cosas.”

M:“La primera vez que me trataste fue por un momento de estrés máximo, no podía dormir, dolor continuo en zona baja de diafragma y sensación de "presión" en todo el cuerpo, más concentrado en el tronco. Durante el tratamiento, al principio, no me gustaba porque notaba que controlabas algo dentro que yo no quería pero bueno, aún así traté de relajarme, abrirme al tratamiento y noté que profundizabas más, no fue más desagradable pero si no recuerdo mal hubo liberación emocional, aún así no llegó a agradarme. Yo sentía en todo momento perfectamente que estabas "removiendo" algo dentro de mí.  A partir de ahí y una vez salí a la calle de tu consulta, me empecé a encontrar muchísimo mejor. La sensación era que me habías quitado algo que era lo que me oprimía y los síntomas con los que fui empezaron a mejorar casi de inmediato. A la semana o 10 días tenía mejoría prácticamente total. Cierto es que esa situación de estrés conseguí controlarla y encauzarla con el pasos de los días, pero el tratamiento me ayudó muchísimo. Recuerdo que al salir era una sensación como si fuese más alto, lo desagradable que me pudo resultar en algún momento la sesión, se compensó al 100% con una sensación muy buena al terminar. No me volvió a ocurrir nunca. 


La segunda vez, fui por un dolor de cabeza que no identificaba, ni relacionaba con nada (nunca me duele la cabeza), me hicieron pruebas y no había nada extraño y con lo único que coincidía quizás era con estar algo más apático en los últimos días. En este caso la sesión no me resultó incómoda en ningún momento, no se si sugestionado por los beneficios del anterior tratamiento, pero si es verdad que iba más "a tumba abierta", iba con la idea de que buscases e hicieses lo que quisieras. Al final, fue lo relacionado con esa persona con la que pudo haber esa transmisión de energía. En este tratamiento, igualmente encontré mejoría pero no fue tan inmediata, fue con el paso de los días ,posiblemente a los 4-5 días y esa "neuralgia" fue disminuyendo en intensidad y frecuencia con el paso de los días hasta desaparecer. Igualmente no se me ha vuelto a repetir.”