martes, 8 de noviembre de 2016

La juventud sacrificada

J. tenía un dolor muy concreto en su pie derecho desde hacía tiempo y aunque J. es una persona que tiene la habilidad de profundizar en sí misma para descubrirse lo que le pasa, ese dolor no se le quitaba. Así que aprovechando que nos vimos me pidió que "escuchara" su dolor para ver qué salía de allí porque estaba bastante desconcertada con este problema.
Le pedí que se tumbara para poder poner mis manos en su pie y cuando conseguí entrar en "modo escucha" empecé a percibir algo. Una energía que le venía de atrás en el tiempo. Algo muy antiguo y de naturaleza masculina pero al mismo tiempo lo percibía como algo joven. Después empecé a sentir la palabra VOZ. Esa palabra se repetía mucho. VOZ VOZ VOZ.
Su estómago empezó a solicitar atención y coloqué allí una de mis manos. J. tenía problemas de ardores con algunos alimentos y rápidamente mi sensación fue que parte de ese ardor tenía que ver con lo que estaba saliendo en la sesión. Esa energía que se había manifestado en su pie estaba sin digerir aún, sin procesar y eso era lo que su estómago llevaba tiempo intentando decirle. Entonces su muñeca izquierda reclamó atención.
Cuando coloqué mi mano en su muñeca izquierda el mensaje se completó: Toda esa energía masculina muy antigua pero de naturaleza joven necesitaba que se le diera voz. El no haberla escuchado era lo que su estómago manifestaba en forma de ardor pero es que además, esa "no escucha" estaba impidiendo que J. se completara y realizara como persona. Le impedía moverse y actuar en muchos niveles como un ser completo con capacidad de materializarse a si misma y desplegarse en toda su plenitud.
Fui restransmitiendo todas las sensaciones a J. a medida que iban saliendo y al principio fue un poco desconcertante porque me confesó que era algo que no esperaba que saliera.
Más tarde ella, con toda la información que había salido, pudo tener un rato para tumbarse y "escucharse" y lo que pudo descubrir sobre sí me parece tan valiosa información que voy a transcribirlo aquí literalmente, tal y como ella lo ha contado:

"Me eché en la cama y ahí, con los ojos cerrados, enfoqué la sensación en la boca del estómago y ahora sí, le oí. Era un joven, como si hubiera muerto hace mucho, en estas tierras. Y me decía (reconstruyo más o menos su discurso): "Soy el sacrificado".
Y se me dió la vuelta el alma como un calcetín. El sacrificado. Ay Dios, ¿ya estamos con los sacrificios humanos otra vez? Pero el joven dijo: Fui sacrificado de manera literal, pero el sacrificio que me hace sufrir es también el no evidente. Que nadie tuviera en cuenta mi opinión, que mi voz no fuera escuchada. Y este sacrificio continúa al día de hoy.
Pregunté a qué se refería, aunque mi cuerpo ya sentía un escalofrío anticipando la respuesta (pues, en el fondo, ya la conocía) Y me dijo: ¿Qué recuerdos tienen tú de tu juventud? ¿Acaso no fuiste tú también sacrificada?
Me quedé ko. Siempre digo que jamás regresaría a mi adolescencia-juventud, pues es una época tan horrible en mi recuerdo que no rescato prácticamente nada de la misma. La presión era horrorosa por todas partes: instituto, estudios, acoso, padres... Vivir siempre con miedo y siempre constreñida, broncas por todas partes, hiciera lo que hiciera siempre se esperaba más. Vivía esperando ser mayor de edad para buscar luego una oportunidad de marcharme, creyendo que así me liberaría. Adolescencia. He vivido muchas cosas en otras épocas, pero aún y así siempre digo: lo peor fueron aquellos años y jamás volvería a ellos.
El joven me dijo: ¿Ves? Toda tu fuerza vital fue triturada justo en su máximo momento de florecimiento. Se despertaban tus potenciales, florecías, tenías sueños y pasión, deseos de vivir tantas cosas buenas y bellas, y sin embargo estabas encerrada, presionada, sometida. No podías escapar. No podías hacer nada de lo que te deseabas verdaderamente. Todo eran obligaciones, o por el estado (educación obligatoria con horarios obligatorios, sistema escolar nefasto); o por la familia (autoridad de mis padres sin discusión, educación muy rígida, incomunicación, etc ) ...
Me entró de todo. Un vértigo. Revuelta por dentro. Me daba cuenta de que llevaba años creyendo que SOLO se sacrificaba a la infancia, a los niños. Los sacrificios humanos antiguos de niños, y los de la actualidad, la infancia machacada por la cosmovisión de adultos que, a su vez, fueron machacados en su infancia y creen que las cosas "se hacen así".
Pero el joven me decía: "No, en la infancia, el sacrificio SÓLO EMPIEZA. En realidad el machaque no se detiene y continúa, y continúa, hasta vivir la máxima trituración del ser en la frontera entre adolescencia y juventud. Ahí se pasa a la persona por el final de la rueda de moler y es difícil que quede algo de ella, pues se espera que salga ya completamente amoldada al "sistema". A los niños aún se les permite algún rato de juego, de distensión. Pero ¿cómo es la vida de un adolescente en tu mundo? ¿Qué "tiempo libre" le queda, y con qué libertad, y en qué condiciones? Tú aún tienes buenos recuerdos de tu infancia, aunque estén mezclados con otros difíciles. Pero ¿y de adolescente-joven...?
Yo estaba muda. Me venía una imagen a la cabeza, como de dos ruedas dentadas enormes unidas como un ocho, en las cuales se iban echando los niños cuando nacían, y las ruedas iban girando lentamente a medida que ellos crecían, llevándolos encima, sobre los dientes, y justo en el umbral entre la adolescencia y la juventud, las persona llegaba al justo punto donde las dos ruedas dentadas enormes se unían, y no podía escapar, y su ser, ya castigado por la vida precedente, terminaba engullido entre los dientes. Picado, pulverizado, destrozado. De ahí salía la carne picada, lista para EL CONSUMO ajeno. Ya no eran cuerpos genuinos, ya no eran "el ser original", ya eran hamburguesas, picadillo, carn moldeada al gusto del sistema.
Claro que había quienes se resistían a esto, instintivamente y con todas sus fuerzas, pues intuían ese final, e intentaban rebelarse. Entonces estallaban los dramas del umbral entre adolescencia y juventud. Los destrozos, los ataques, las auto lesiones, las evasiones (drogas, bebida, huidas miles, suicidios incluso) Yo intenté huir yéndome de casa pero al final no pude evitar las ruedas, me atraparon incluso al escapar. Fue como ir del cazo hirviendo a la sartén al rojo. Al final acabé picada como casi todos, o todos los de mi mundo. Amoldada y adaptada. Con un único fin en mi mente: prosperar económicamente, y cosas así. Ya sin sueños personales. Ya cínica, graciosilla, desapegada, "realista". Uffff.
El joven me dijo: nos sacrificaban, pero nunca nos preguntaron. Se elegía, además, a los más bellos. El joven más hermoso, en sacrificio al dios. La joven doncella más bella, en sacrificio a la diosa. O eran sacrificados a las fuerzas de la naturaleza, así, en abstracto. O entregados a tribus vecinas "a cambio de algo". Matrimonios pactados a cambio de acuerdos, de bienes. Etcétera. Algunos también eran muertos (sacrificios rituales), otros eran encerrados en vida (sacerdotisas, gente consagrada, vidas mantenidas aparte, etc)
Pero muertos o encerrados en vidas no elegidas, o elegidas por presión y sin escape, da igual. Hay muchos modos de sacrificar al otro. El quid es que no lo elegías libremente. Todo por tu pueblo. Por tu tribu. Por tu gente. Por los dioses o por lo que fuera. Aunque te hubieran preguntado, la presión generalmente era tan enorme que no hubieras podido negarte fácilmente. E igualmente lo normal es que nunca te preguntaran. Los ancianos lo decidían. O los padres y madres. Los adultos decidían el destino de todo. Se sentaban en el consejo y decidían la dirección de la tribu, del pueblo, el clan o la familia. Pero los adolescentes que aún no éramos jóvenes no teníamos voz ni voto. Teníamos que cuidar y sacrificarnos por los pequeños (los niños) y obedecer a los ancianos, pero no se nos daba la voz, la oportunidad de siquiera elegirlo de verdad, participando del debate, de la toma de postura. Éramos literalmente como corderos llevados al matadero, comidos por el resto, manejados de aquí para allá. Los inocentes en su esplendor, con el cuerpo aún tierno pero ya floreciente. Brillante. Belleza y pureza, para ser sacrificada por otros.
(Ufff. Y uffff. Pensé: yo no había escuchado aún esas voces. ¿Cómo se me habían pasado por alto? Tantos años escuchando a todas las voces, a todas las víctimas, ¿y cómo no llegó antes hasta mí el sufrimiento atroz de los adolescentes-jóvenes? De repente entendí que era así porque, al existir tanto sufrimiento en mi propia juventud, esquivaba inconscientemente encontrarme con esas voces)
Pero el adolescente-joven no había terminado y decía: "Se realizaban ritos de paso de adolescencia hacia la juventud, pero lo que en origen era para ayudarnos a florecer, y celebrar nuestra nueva etapa vital con alegría, amor y reconocimiento, se distorsionó y terminó convertido en ritos de paso PARA AMOLDARNOS definitivamente a unas normas rígidas sobre las que nunca íbamos a tener opinión salvo, tal vez, si llegábamos a ancianos, y aún y así sería dificil"
Comprendí que a causa de esta negación de voz y esta distorsión, las sociedades han acumulado y acumulan una enorme masa de sufrimiento procedente de esta edad, del tránsito entre adolescencia y juventud. Y todo eso lo llevamos encima,...y sale luego...en adultos que no terminan de poder serlo sin sufrir, o que, sencillamente, nunca crecen, porque siguen atascados en el trauma de las ruedas de moler. No solo en su infancia. Es que aunque la hubieran sanado, ¡queda luego todo lo DEMÁS...!
Decía el joven: "Se habla mucho de concienciar acerca de los derechos de la infancia, y del cuidado de los ancianos, pero ¿quién se acuerda de nosotros? Somos ridiculizados y despreciados constantemente. Los adolescentes-jóvenes somos el auténtico cero a la izquierda en todas partes. Ni siquiera se nos representa en la cultura visual, ni se nos pone de modelo o referente porque se nos considera feos en muchos casos, y en los que no, entonces es porque se nos sexualiza y nos convierten en prematuros objetos de deseo de adultos con canas en su cabeza. Se desprecia constantemente nuestra etapa. Se dice que estamos tontos, que hacemos el burro, que somos "inmaduros", atrevidos, maleducados, inspoportables, trágicos, locos, rebeldes de manera estúpida.No se habla de nosotros con amor, con admiración, con respeto"
Finalmente el joven me dijo: "En tu esquema sobre la tribu-comunidad ideal, ése que se adivina en el libro "El Camino del Teleno", hablas mucho de proteger la maternidad y la infancia, y las Abuelas (la ancianidad) también están presentes. Pero nosotros no. Mi pregunta es: en esa sociedad ideal ¿vamos a vivir lo de siempre? ¿Va a ser nuestra situación la de siempre? ¿Vamos a estar ausentes del círculo donde se sientan las personas a decidir adónde van y qué hacen? ¿Tendremos voz, por fin...?"
Con esto me remató. Me lo preguntaba medio resignado (con hartura y derrotismo) medio desafiante (con un deje de esperanza en que, por fin, les "viera") Pero qué razón tenía. Y una comprensión nítida se formó en mi interior: Ellos "TENÍAN" que estar. El círculo soñado de la tribu ideal "debía" incluir a los adolescentes-jóvenes como "voz a ser consultada y tenida en cuenta". Personas de pleno derecho. Personas plenamente amadas, reconocidas, escuchadas.

¿Qué recuerdos tenemos de nuestra juventud? ¿Fue una juventud que nos permitió desplegar todo lo que eras en ese momento? ¿Sentiste que te tuvieron en cuenta para aquello que te afectaba en tu día a día?
Al final, todas las etapas de la vida tienen su peso y todas las memorias que se guardan de todas esas etapas nos conforman como personas. Las memorias traumáticas y dolorosas de esa época no suelen tenerse en cuenta sino que suelen tomarse como una etapa en la que el "adolescente" está como poseído por sus hormonas y todo lo saca de quicio. El problema es que a veces, hay un sufrimiento real y de tal magnitud que el dolor queda en nuestras células, impreso en nosotros y ni siquiera lo sabemos. Para solucionar nuestros traumas en la edad adulta nos vamos a la infancia, nos vamos al nacimiento, incluso a memorias de ancestros que podemos haber heredado y resulta que se nos olvida mirar en nuestra juventud sacrificada en aras de... en aras de algo que no elegimos y por lo que casi nunca nos consultaron o tuvieron en cuenta.
Los que tienen hijos se preocupan de procurarles una infancia feliz pero... ¿somos igual de cuidadosos con la adolescencia o la juventud de nuestros hijos? ¿Seremos capaces de dejar de verlos como hormonas andantes sin ningún valor y empezaremos a tenerlos en cuenta y a incluirlos en el Círculo Sagrado de la Vida?
Sin todos los miembros, el Círculo está incompleto y la energía se interrumpe y no puede transitar, de forma que el desequilibrio está servido y el Caos aparece sin remedio. 
Prestad atención a vuestros jóvenes, dadles su lugar y el Orden se re-establecerá.

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